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En
sus 27 años de pontificado rompió
todos los moldes. Representó bien
a los dos pilares sobre los que
reposa la Iglesia: Pedro con la
firmeza de su fe y Pablo con el
dinamismo de su evangelización.
Fue un Papa todo corazón y todo
cabeza. Tuvo la solidez, la terquedad,
la fidelidad inconmovible de quien
fue llamado Cefas, Roca, Pedro.
Y mostró ser un yunque capaz de
amolar muchas hoces y muchos martillos
(los del comunismo totalitario,
los del capitalismo salvaje, los
de pisoteadores de derechos humanos).
Y tuvo el arrojo, la valentía, el
corazón grande, el carisma de ese
gigante misionero que fue Pablo
de Tarso. Fue una gaviota de alas
ligeras capaz de sobrevolar países,
regímenes, razas e ideologías -llevando
su mensaje salvador del Evangelio
y aplicándolo a las condiciones
imperantes socio-económicas y políticas
a través de sus tres grandes encíclicas:
Sobre el trabajo (1981), Preocupación
por lo social (1988) y La Centesimus
annus (1991).
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Análisis
& Opinión
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Un santo super-estrella
Juan-Pablo IIº encarnó por 27 años un
formidable poder moral con sentido de
servicio, no sólo para los católicos sino
para creyentes de las más variadas religiones
y para todo el mundo. El Papa Wojtyla
supo ofrecer a propios y extraños una
Verdad sólida, íntegra y fiel al Evangelio
(una Verdad siempre austera y exigente),
a través de una Personalidad muy suya
(juvenil, amable, cordial e impactante).
Juan-Pablo IIº fue –en el buen sentido
de la palabra– un Papa Super Estrella.
En forma influyente y arriesgada estuvo
super-expuesto públicamente y pasó la
prueba internacionalmente. No es solamente
la sobre-exposición, a la que tienen que
someterse los personajes públicos y que
los convierte, con frecuencia, en blanco
apetecido por toda clase de fanáticos
políticos, fundamentalistas y talibanes.
De hecho, Juan-Pablo IIº, sufrió un atentado
a bala, el 13 de mayo de 1981 en la Plaza
de San Pedro, a manos del sicario Agca
detrás del cual estaba la autoría intelectual
de la KGB soviética. Bill Cosby, uno de
los entretenedores más cotizados de la
TV norteamericana, precisó lo que él entiende
por el riesgo de la exposición pública
exagerada (over-exposure). "La medida
de la sobre-exposición no es cuántas veces
la gente lo vea a uno en TV, en películas
o en las librerías. El asunto es si Usted
puede mantener la calidad de su presentación.
Si Usted la puede mantener, entonces la
gente estará siempre contenta de verlo".
Esto podemos afirmar sucedió con el santo
Juan-Pablo IIº en su largo pontificado
de sobre-exposición. Supo mantener la
calidad de su presentación, sin defraudar
un momento a sus correligionarios, a sus
amigos y admiradores de todas las culturas
y lenguas.
Incansable viajero de la paz
Peregrino incansable, en el desempeño
de su misión espiritual y pastoral, el
Papa Wojtyla desafió riesgos humanos,
políticos y diplomáticos que otros Jefes
de Estado calculan con más consideración.
No tuvo reparo en meterse por dos veces
en Polonia, cuando estaba controlada férreamente
por un régimen comunista. El apoteósico
viaje a su tierra en junio de 1979, visitando
el santuario de la Virgen de Czestochowa,
el campo de concentración nazi de Auszchwitz
y su encuentro franco con las autoridades
polacas, se considera hoy después de 35
años, que fue la piedra desgajada de lo
alto del monte que se convirtió en alud
y pesó mucho en el desmoronamiento de
los totalitarismos comunistas–ateos de
Europa del Este y del imperio soviético
a partir de 1989. Fue de enorme riesgo
el viaje que hizo a Argentina (junio 1982),
cuando los militares habían desatado la
guerra de las Malvinas, a la semana siguiente
de visitar Inglaterra. Cuando el régimen
sandinista en Nicaragua aumentaba su hostilidad
contra la Iglesia (marzo 1983), no tuvo
inconveniente en estar en Managua y celebrar
allí, al aire libre, una Misa enarbolando
el crucifijo de su bordón y callando con
voz de mando a los esbirros gritones del
régimen, para que quedara constancia que
la suya era una Misa católica y no un
rito sandinista más. Delicado carácter
ecumenista tuvieron varios de sus viajes.
El emprendido a Turquía (noviembre 1979),
con un Islam en ebullición y su encuentro
con los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa
Oriental. Su viaje a Inglaterra (mayo
1982), después de 450 años de la ruptura
del Rey Enrique VIII con el Papa de Roma.
Allí tuvo una celebración ecuménica en
la catedral de Canturbery, santuario del
Anglicanismo, en compañía del Dr. Runcie,
Primado anglicano. Su viaje a Suiza donde
sostuvo un encuentro con representantes
de 300 iglesias cristianas de 105 países.
El afianzamiento de la paz en elmundo,
con todos sus riesgos, fue la misión que
se impuso de manera particular en los
viajes realizados a Irlanda (setiembre
1979 ), a la ONU (octubre 1979, octubre
1995), a Hiroshima (febrero 1981), a Inglaterra
y Argentina (1982), a Centroamérica (marzo
1983), a Colombia (julio 1986), a Croacia
(setiembre 1994) y Eslovenia (junio 1995).
Fue enorme el riesgo político que asumió
en suvisita a un territorio tan convulsionado
y disputado como es el conformado por
los actuales Jordania, Autonomía Palestina,
Israel y Líbano. Aventuras calculadas
fueron sus viajes al corazón de comunidades
hindúes, orientales y africanas, donde
el catolicismo que él representaba era
apenas una pequeña y exótica flor que
se aferra al tronco gigantesco y multisecular
de grandes religiones y cultos muy diversos
de la humanidad.
Un santo irrepetible
No solo por el altísimo cargo que desempeñó
por tantos años sino por el carácter heróico
de sus múltiples virtudes personales y
ministeriales Juan-Pablo IIo es imposible
de imitar. Un semanario como Time (de
tan amplia difusión en el mundo, que no
es confesional pero sí abierto a todas
las creencias y filosofías del mundo),
recogió en diversas entregas, interesantes
puntos de vista sobre la personalidad
y el papel desempeñado virtuosamente por
el Papa Wojtyla. Su comentarista religioso,
David Van Biema, dijo de él que “había
electrificado totalmente el aspecto global
de la Iglesia. Ningún Papa antes que él
había tenido esta especie de supervoltaje.
Juan Pablo IIº con su Estado Vaticano
llegó a ser un sabio mundialmente reconocido
y ampliamente escuchado”.
Colofón
El mismo Espíritu ("ruah") Santo que suscitó
y animó en la Iglesia la figura bienhechora
de un Juan-Pablo IIo -quien ahora podrá
también ser venerado en los altares de
culto público- ha soplado ya por tierras
del sur del continente americano y elegido
a Francisco como conductor de su Iglesia
y sucesor para guiarla - con su propio
estilo personal, sencillo, humilde y popular-
en el difícil camino ya emprendido de
reformas internas y de innovadora evangelización
del mundo actual.
"El viento ("ruah") sopla donde quiere
y tú oyes su silbido; pero no sabes de
dónde viene ni adónde va" (Evangelio de
Jesús según san Juan, cap. 3, verso 8).
Enrique Neira Fernández
27 abril 2014
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