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  ¿Qué es la anti-política?

Así  la describe un autorizado colega amigo mío: "Un fantasma recorre América Latina, es el fantasma de la antipolítica. Rechazo de la política en todas sus formas; rechazo de los profesionales  de la política. En fin, desafección hacia quienes viven “de” y “para” la lucha por el poder en las sociedades democráticas, tales son las manifestaciones exteriores de este fenómeno, que aparece en nuestras sociedades siempre vinculado con una suerte de 'fatiga cívica" que se ha ido extendiendo entre ciudadanos desencantados con la promesa democrática”  (Alfredo Ramos-Jiménez, El experimento bolivariano, Mérida 2009, Cipcom, p. 31). El politólogo boliviano René Antonio Mayorga observa que “ella se desarrolla como una forma de hacer política que pretende  no solo prescindir de los partidos políticos, sino también poner en cuestión las pautas predominantes del quehacer político de los partidos y gobiernos democráticos” (Antipolítica y neo populismo 1995, La Paz, Cebem pg. 33).

 

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   Hace un mes largo yo había hecho público un balance laudatorio de las protestas populares pero pacíficas -sin asomo de violencia armada- contra el régimen corrupto en el poder y que convertía a ese pequeño y poco notorio país centroamericano en un modelo internacional  Lo que está mal en el gobierno de cualquier país se puede y debe cambiar. (El ejemplo de Guatemala·, Observatorio de Política Internacional, 10-09-15Hoy lamentablemente tras un riguroso análisis politológico, no puedo menos que expresar ciertas dudas de pronóstico reservado.

Guatemala votó mayoritariamente por la anti-política. Jimmy Morales, de 46 años, el entretenedor por TV, logró su elección como presidente el pasado 25 de octubre (69% de los votos a favor). Humorista popular, conservador y creyente evangelista, sin que se le conociera ideología alguna ni experiencia ni militancia en cargos políticos. Debe sacar adelante un país que se había convertido en un nido de corrupción. De modo que llega aupado por la ola de descontento que derribó  a su antecesor, el general Otto Pérez Molina, a su vicepresidenta y a su equipo gobernante.

Una tormenta perfecta

Bien calificó la actual coyuntura guatemalteca el analista independiente Héctor Rosada como “una tormenta perfecta” en la que el país parece un edificio en el que todo falla y hay que demolerlo. Pero..¿y que hacemos con la basura?”. Morales hereda una crisis grave, con una absoluta incapacidad para enfrentarla.

 “Ahora soy parte del sistema político, pero mantengo mi disconformidad”, proclama el presidente electo, como si esto fuera  suficiente para garantizar la magna tarea de conducir como jefe político y sacar adelante a toda una nación como Guatemala. La elección de Morales resulta ser una victoria en negativo. Es un voto castigo aplicado a la vieja política y a la esclerosis de un sistema que había  quedado muy por detrás de una ciudadanía en su mayoría juvenil. Pero ello no asegura victoria positiva hacia un futuro difícil con todas sus demandas y expectativas de buena gobernanza.

            “Ni corrupto ni ladrón” fue su slogan oportuno  castigando hacia atrás y abriendo hacia adelante espacio a derecha e izquierda del electorado. Representa un primer paso, sí. Pero como advirtieron a tiempo serios comentaristas guatemaltecos, “Morales, por su propia       génesis, carece de una estructura de poder estable. Está solo, su partido es frágil y en el Parlamento apenas dispone del 7% de los escaños. Nadie duda de que los grandes saurios intentarán acosarlo desde la Cámara de Diputados…Después de 30 años de proceso democratizador, Guatemala no ha generado todavía un juego de equilibrios lo suficientemente fuerte como para ventilar la podredumbre que anida en los resortes del poder. Ni siquiera la ´revolución de la dignidad´ha podido contra ese muro” (El País 22 octubre 2015)-.

Pero había una buena alternativa, seria y ponderada, que no le llegó al pueblo soberano –“amigo del pan y el circo” (circo que entretenía suficientemente a las masas sojuzgadas por las dictaduras romanas). En este caso la opción salvadora estaba repreentada por Sandra Torres Casanova, candidata de la UNE, ex esposa del presidente Álvaro Colom (2008-2012), administradora empresarial, con títulos y estudios de buen gobierno, proyectos concretos asesorados por expertos, todo ello convergente hacia un desarrollo integral del país de inspiración social-cristiana. Solo obtuvo 31% de los votos . En mi modesto parecer, por sus cualidades y planes de gobierno bien fundamentados estaba llamada a ser la Hillary Clinton de Centroamérica (Recomiendo el artículo que le dedicó J. Elías y que incluye un perfil completo de ella hecho por Esteban Biba, Efe, El País 17 septiembre 2015).

Agenda urgente y recargada

Al nuevo gobierno se le señalan ya “ 5 patatas calientes que debe sacar del horno”         (J.M. Ahrens y J.Elías, El País, 26 octubre 2015):

El expediente Pérez Molina. El nuevo presidente llega al cargo con su antecesor encarcelado. El general Otto Pérez Molina y su vicepresidenta cayeron fulminados por la ola de indignación, pero también por una implacable investigación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Este organismo, una suerte de fiscalía amparada por la ONU, proseguirá sus pesquisas y es seguro que derribará a más funcionarios. La postura del presidente ante estas futuras detenciones dará cuenta de su capacidad de lucha contra la corrupción.

La primavera del descontento. Morales sabe que ha ganado las elecciones gracias al voto de castigo. Su deuda con la primavera del descontento es enorme. Pero sus relaciones son lejanas. Nunca acudió a una manifestación y, aunque sostiene que las visitó, su cercanía con este movimiento es más estratégica que presencial. Sus organizadores, de hecho, desconfían de Morales. Debe tender puentes y una aproximación si quiere ganar credibilidad.

La batalla parlamentaria. La reforma parlamentaria es una exigencia general. Pero Morales apenas tiene poder en la Cámara. Su grupo tiene solo el 7% de los escaños. Por ello tendrá que negociar a fondo. Y con escasas posibilidades de éxito. El primer paso sería cambiar la Ley de Partidos Políticos. Pero las formaciones tradicionales se niegan. Tampoco aceptan la reducción de diputados a 80, la cifra acordada en los Acuerdos de Paz de 1996. Y como remate, la reforma debería incluir la apertura de los escaños a candidaturas independientes.

La reforma política. Morales tendrá que afrontar una reforma política profunda que apunta a la línea de flotación de las grandes formaciones que dominan la Cámara. A la fecha, en Guatemala no existen partidos modernos. Son más bien grupos que surgen en torno a un líder, sin más objetivo que alcanzar el poder. Las candidaturas a escaños o corporaciones edilicias se venden al mejor postor, y los cargos públicos se convierten en una inversión a la que los ganadores llegan a sacar la ganancia correspondiente.

La economía. La prioridad absoluta del nuevo presidente y que no esperará a la toma de posesión el 14 de enero será la reforma de las finanzas del Estado, en bancarrota tras la rapiña del régimen de Otto Pérez Molina [miles de millones de dólares]. Morales pretende redirigir el gasto público a tres sectores: salud, educación y desarrollo económico. Esto, mientras el Congreso sigue sin aprobar el presupuesto del Estado para 2016. Uno de los botines más apetecidos por la clase política tradicional que se reserva hasta el 30% del monto para manejarlo con total opacidad.

En suma, me atrevo a decir, la suya no es una misión fácil. El Estado del que se hará cargo el 14 de enero se está hundiendo. Fuera, en la calle, el reloj corre en su contra. El país vive en pleno siglo XXI y en cualquier momento, puede desatarse otra ola de protestas. Un error o falla grave haría a Morales no distinguible del sistema que criticó. Guatemala volvería otra vez al punto de partida. “ Si lo hace mal, lo sacaremos también”…¿ Es ésta la solución?

La anti-política es una fácil y engañosa ilusión en cuanto a solución efectiva de graves problemas que agobian a un país. Se suele  pagar caro y con intereses usureros, y peor cuando no hay disponibilidad de fondos propios acumulados (económicos, sociales, internacionales). Termina por hundir a un promisorio país en la más desastrosa ruina,  como lamentablemente lo ejemplifican casos cercanos.

enf   27-10-15